La resistencia de Sánchez
24 febrero 2019 by JRT
En tiempos de frivolidad, quizá no debería sorprendernos que el primer libro de memorias del Jefe de Gobierno empiece hablando del cambio de colchón en la Moncloa. Tampoco que la mayoría de comentarios del público se hayan quedado en esa anécdota, dando por descontado el resto del libro. En realidad, las protomemorias de Pedro Sánchez ofrecen algunas claves interesantes sobre los cambios políticos que experimenta nuestras democracias. Por supuesto, no debemos esperar revelaciones excepcionales ni giros de película sorprendentes (tampoco un estilo literario como el de Semprún o calvo Sotelo). La evolución de la política española de los últimos cinco años es argumento más que suficiente.
Leído sin prejuicios, el libro refleja bien las dificultades que la élite dirigente del PSOE ha tenido que afrontar en un tiempo absolutamente convulso y adverso. Y aunque no se deducen de la obra ninguna teoría o modelo que haga de esta obra un verdadero manual, la historia de resistencia de Sánchez sí ofrece algunas lecciones a tener en cuenta.
De entrada, el libro nos habla de la desintermediación política. De cómo la desconexión entre los dirigentes del PSOE y una parte importante de su base social dio al traste con los intentos de renovación del partido basados en simples recambios de personal. La instauración de medidas de democracia interna chocó una y otra vez con el funcionamiento tradicional de un partido burocratizado u controlado por las élites intermedias. Por eso, la victoria final de Sánchez fue posible con la derrota de esos dirigentes territoriales, y la posterior concentración del poder en manos de la dirección federal, gracias al efecto desintermediador de las primarias y a los cambios que estableció después del 39º Congreso Federal. El libro no nos puede explicar todavía, claro está, cuales son todas las implicaciones de esta transformación orgánica.
Por eso, el libro también nos habla de la personalización de la política. De cómo Sánchez va interiorizando poco a poco la adopción de un discurso con aires populistas, en el que pretende representar la oposición de las bases ante unas élites difusas que nunca acabaron de aceptarle. Es ahí donde la combinación de fortuna y resiliencia convierten a Sánchez en un vivo ejemplo de las enseñanzas que Maquiavelo nos transmitió hace mucho tiempo: que te deseen y que te teman. El Sánchez de la primera etapa parecía conformarse con la estima. El Sánchez de la segunda etapa parece haber aprendido a ser temido. Y aunque el protagonista no es muy explícito en esa mutación, diversos pasajes dejan claro que su paso por el desierto de la política le permitió adquirir la audacia, o temeridad, que le permitiría después alcanzar la Moncloa.
Hay otras claves también a tener en cuenta, como su experiencia personal en los Balcanes, y el conflicto bosnio. Si Sánchez aspira a emplear la misma actitud y estrategia que admiró -en primera persona- en la política de Bill Clinton, podemos deducir que su política en Cataluña será bien diferente de la que ahora mismo centra la disputa en el espacio de la derecha. Tampoco debería pasarnos por alto su atracción por la política internacional, que se insinúa en algunos pasajes. Puede que el Presidente Sánchez acabe viendo la escena internacional como una posible vía de salida donde desarrollar su evidente ambición política cuando la escena política española le resulte demasiado pantanosa.
En el fondo, el libro de Sánchez nos depara un ejemplo de cómo los grandes partidos, y en particular los partidos socialdemócratas, tratan de adaptarse al cambio de la competición política que ha generado la aparición de nuevos partidos, la fragmentación de los electorados, y la polarización de la vida política. De momento, el de Sánchez es un caso de éxito ante el fracaso de muchos de sus partidos hermanos en el resto del Europa democrática. Como muchos otros líderes antes que él, supo cubrir sus aparentes debilidades y lagunas con un indudable intuición política. Por lo visto hasta ahora, una intuición más afinada que la de sus principales adversarios durante estos años. En este aspecto concreto, Pedro Sánchez es lo más parecido a Emmanuel Macron que hemos visto en la política española últimamente.