Debemos situar la polémica en torno a los prejuicios del president Torra en el contexto de una transformación de fondo en la política catalana. Una mutación que se está manifestando, de hecho, en muchas democracias occidentales, aunque sea en Cataluña (y a través de ella, por extensión, en el resto de España) donde ha encontrado un caldo de cultivo altamente propicio. Me refiero a la sustitución de la tradicional política de los intereses por una renacida política de la identidad.
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